Y en ese bosque, lo que encontramos es una voz que, a medida que lo construye,  recuerda largas y extrañas conversaciones a las sombras de otros bosques. Como en los árboles viejísimos que al superponer una capa y otra de crecimiento terminan deglutiendo y encapsulando entre sus anillos al hierro que se apoyaba a su fuste o la cadena que lo ataba; esta voz también guarda algo en su interior: el recuerdo de una lejanía o una ruptura, o las dos, ramificadas y superpuestas, hilvanando un reclamo a la desazón, una desilusión al recorrido. -Federico Falco