Valeria Tentoni vuelve recordarnos que objetos y sentimientos, si se miran de cerca, se desdibujan. El resultado son estos poemas que en algo recuerdan a esas fotografías en que las cosas tienen un segundo borde. La realidad, parecen decirnos, es un efecto óptico. Y las palabras, delicadas herramientas para alejar o acercar lo que se mira. También para oscurecer o iluminar. En la mesa de trabajo hay galaxias, lunas y nubes bajas, dispuestas a hablarnos sobre el movimiento y la conquista silenciosa de las formas. Imágenes conocidas que, tras la lectura, cobran la irrealidad de los misterios que,  en palabras de uno de los poemas, se empequeñecen, majestuosamente.
 
María José Ferrada